Cuando Violeta llegó a este pueblo ya sabía que era una princesa hemofílica. Por eso los médicos la cuidaban mucho. Su hematólogo recordaba bien el día que le transfundió plasma fresco mientras ella leía una revista, sentada en el cómodo sillón que él usa para los pacientes con medicaciones endovenosas y ella empezó a estornudar cada vez más seguido. El especialista salió de su laboratorio y le preguntó:
- ¿Vos sos la que está estornudando tanto?
- Sí. Y ahora me pica la garganta ¿Por qué?
- Estás haciendo una reacción alérgica. Tenés manchas en la cara. Es raro, pero en algunos casos sucede.
Con el Decadrón se le pasaron los síntomas y fue a sacarse las muelas. El hematólogo recuerda con más precisión todavía los detalles de una cirugía laparoscópica, unos años más tarde. Debían sacarle otro órgano más a Violeta y lo llamaron a él para que se ocupara del tratamiento previo. La operación estaba planeada para una hora después. Violeta se partía en dos del dolor pero mantenía la charla con la que el médico la entretenía. El se paró al lado de la cama porque se dio cuenta de que algo no funcionaba.
- ¿Qué te pasa? – le preguntó.
- Siento el brazo derecho muy, muy pesado.-
Era el brazo por el que le estaban pasando el suero y el medicamento. Entonces él hizo más lento el goteo. Violeta empezó con síntomas inmediatos y simultáneos: brazo muy pesado, calor en la cara, la nuca le dolía muchísimo, estaba mareada y el corazón se enloqueció en latidos y en fuerza. Lo del corazón fue horrible, horrible. Así supo que la vida se escapa tan rápido que no se puede hablar o respirar.
Violeta vio cómo corrían los médicos y las enfermeras. Una de ellas, después de que le tomó la presión a Violeta, tiró el tensiómetro y corrió a buscar más médicos. Violeta se sintió insegura y frágil.
Cuando el hematólogo cerró la vía del medicamento, todo se calmó.
- Estás haciendo una reacción muy rápida. Vamos a intentar otra vez con un goteo más lento.
Medicación, goteo lento y los mismos síntomas. Así sucedió tres veces. Finalmente él cerró la vía y pospusieron la cirugía. Necesitaba otra medicación y bañar a Violeta en Hidrocortisona. La operaron al día siguiente. Cuando la enfermera la subió al ascensor para llevarla al quirófano, rezó por Violeta y le dio su crucifijo. Fueron cuatro horas difíciles para todos, aunque Violeta no se enteró porque estaba anestesiada. Cuando despertó, el cirujano le hizo uno de esos chistes de humor negro que entienden y aceptan sólo los que forman parte del club:
- Vos te vas a morir por desaparición de órganos, cada vez te quedan menos.
Ese día, los médicos le explicaron a Violeta que el cuerpo tiene memoria, que registra todo lo que recibe a lo largo de los años y en algún momento reacciona, hace alergias. Antígenos y anticuerpos. La memoria del cuerpo se acumula y Violeta ya no sabe en qué zonas de su cuerpo podrá guardarse tanta memoria.
The Body's Memory
When Violeta came to this small town she already knew that she was a haemophiliac princess. So the doctors took particular care of her. Her haematologist well recalls the day that he transfused fresh plasma into her while she read a magazine, sitting in the comfortable armchair that he uses for patients taking intravenous medication, when she began to sneeze more often each time. The specialist came out of his laboratory and asked her:
"Was it you who was sneezing so much?"
"Yes. And now my throat itches. Why?"
"You're having an allergic reaction. You have spots on your face. It is rare, but it sometimes happens."
With some Decadron the symptoms passed and she had the teeth out. Her haematologist recalls more accurately still the details of some laparoscopic surgery, a few years later. They had to remove another of Violeta's organs and they called her in to do the pretreatment. The operation was planned for an hour later. Violeta became racked with pain but kept up with the doctor's chat. He stayed by her bedside because he realized that something was not working.
"What's wrong?" he asked her.
"My right arm feels very, very heavy."
It was the arm through which they were giving her serum and medication. Thus he slowed the drip. Violeta then suffered immediate, simultaneous symptoms; the arm very heavy, her face hot, her neck hurting a lot, she felt dizzy and her heart started beating away heavily like mad. What was happening to her heart was horrible. She felt life was escaping her so fast that she could not speak or breathe.
Violeta saw how the doctors and nurses ran. One of them, after taking Violeta's blood pressure, pulled off the cuff and ran to seek more doctors. Violeta felt fragile and insecure. When the haematologist shut off the drip, everything calmed down.
"You were having a vey fast reaction. We'll try again with a slower drip."
Medication, slow drip and the same symptoms. This happened three times. Finally he shut off the drip and postponed the surgery. Violeta needed different medication and Hydrocortisone applied. They operated on her the next day. When the nurse came to take her to the lift to the operating theatre, she prayed for Violeta and gave her her crucifix. It was four difficult hours for everyone, though Violeta could not know, anaesthetized. When she came back round, the surgeon made one of those black humour jokes that only those who are members of the club understand and accept.
"You are going to die of lack of organs, each time you are left with fewer."
That day, doctors explained to Violeta that the body has a memory that records everything that happens to it over the years and then at some moment reacts in the form of allergies. Antigens and antibodies. The memory of the body grows and Violeta no longer knows which parts of her body could hold such memories.